La cultura de compañía se ha convertido en un concepto muy mencionado como un potencial catalizador capaz de impulsar el desarrollo de capacidades innovadoras en las empresas, y de hecho, la gestión del contexto cultural de las compañías ha ganado peso hasta ponerse al mismo nivel que la estrategia y la innovación. Por el lado contrario, también suele citarse frecuentemente como una de las barreras más importantes a la innovación y transformación en las organizaciones. Se destaca que tal o cual empresa tiene una ‘cultura funcionarial’ o que sus empleados son reacios a ‘asumir riesgos’ en el desarrollo de proyectos. Lo cierto es que la cultura corporativa de una organización incide decisivamente en su desempeño a la hora de evolucionar su negocio o afrontar un cambio tecnológico, pero para hacer un diagnóstico preciso sobre la interrelación entre la cultura de una compañía y la gestión de la innovación antes debemos hacer una buena definición del término y explicar cómo se forma la cultura en las organizaciones.
Una definición de cultura de compañía
La cultura de compañía identifica la forma de ser y de hacer de una empresa y se manifiesta en el las formas de pensar, actuar y responder de sus empleados ante los problemas, retos y oportunidades de orden interno y externo que se plantean en el día a día del negocio. Se trata muchas veces de reglas no escritas de la organización, el código de conducta y el comportamiento de los empleados, lo que la gente piensa, dice, escucha y hace cuando nadie está mirando. A esta manera de hacer se llega como un proceso complejo resultado de años de gestionar el negocio de una determinada manera, en función del enfoque inicial de sus fundadores, la operativa y procesos que requiera el modelo de negocio, y las políticas de retribución y promoción que se apliquen.
No es que a los empleados se les “programe” para comportarse de una determinada manera (cada persona tiene sus propios valores), pero todos perciben qué atributos son importantes y los aspectos que más valoran compañeros y jefes. Es complicado estar en un sitio y trabajar de una manera diametralmente opuesta al resto, por lo que los valores asociados a una cultura de empresa acaban siendo más o menos compartidos por los miembros de la organización en el desempeño de su trabajo. Estos valores suelen ser estables lo largo del tiempo y tienen un fuerte arraigo en el imaginario colectivo de los empleados, por lo que cambiar la cultura de una empresa implica la modificación parcial o total de hábitos profundamente arraigados en las personas que integran la organización, y supone uno de los mayores desafíos en gestión empresarial.
Es evidente que para la sostenibilidad de una determinada cultura empresarial se requiere que exista una coherencia entre los valores que la organización se atribuye y la aplicación práctica de dichos valores, especialmente por parte de la alta dirección de la compañía. Esto, que parece una obviedad, no lo es tanto en muchas ocasiones, y de hecho lo que verdaderamente define la cultura no son los valores que se cuelgan en la Intranet de la compañía, si no los que se ponen en práctica en el día a día. No hay nada peor por parte de la dirección de una empresa que promover una cosa y hacer lo contraria.
Importancia de la cultura de compañía en la innovación
Existen diferentes tipos de culturas corporativas, y algunas son poco permeables a los cambios, nuevos productos o influencias externas. La cultura acaba siendo un reflejo del modelo de negocio de la compañía, y en entornos con bajo nivel de intensidad competitiva (muy regulados, oligopolios con pocos participantes en el mercado, o con altas barreras de entrada) se acaba conformando una cultura corporativa resistente al cambio, con un peso elevado de la política, y muy poco receptiva a tendencias que vengan del exterior porque la marcha del negocio no lo requiere. Este tipo de organizaciones suelen penalizar la asunción de riesgos o el fracaso de los proyectos, lo que provoca que sus empleados estén poco dispuestos a tomar decisiones arriesgadas que puedan afectar a su carrera profesional.
La innovación es, por definición, un proceso con un nivel de incertidumbre y riesgo elevados, por lo que en empresas con la cultura conservadora y cerrada descrita en el párrafo anterior la mayoría de iniciativas de innovación tienen pocas posibilidades de recibir recursos y financiación. El problema es que hoy en día la velocidad de cambio de nuevas tecnologías y el nivel de disrupción permanente que se ha instalado en la mayoría de industrias requiere de compañías que se adapten al cambio y estén de manera continua evolucionando su modelo de negocio, y eso demanda culturas de compañía capaces de amoldarse a entornos cambiantes.
Esto nos lleva a preguntarnos qué características debe tener una cultura de compañía para que fomente la innovación. Aunque la relevancia e influencia que tiene la cultura corporativa sobre la innovación es reconocida por el mundo académico y empresarial, no existe un consenso sobre los atributos que definen una cultura innovadora. En la formación de la cultura influyen también elementos intangibles difíciles de medir a la hora de establecer una relación empírica entre cultura corporativa e innovación. A pesar de esto, un elemento fundacional de una cultura que impulse la innovación es precisamente que se enuncie explícitamente como parte de los valores de la compañía. Es decir, aquellas compañías que incorporan la innovación como parte de su misión y valores y transmiten esto a sus empleados están sentando las bases para incorporar comportamientos innovadores.
Las empresas tecnológicas, en cuyo modelo de negocio está insertado el desarrollo de tecnología propia, tienen más tendencia a desarrollar capacidades innovadoras que se acaban incorporando a la cultura de la empresa. La innovación continua en tecnología normalmente genera un entorno corporativo que se caracteriza por el cambio constante para mantenerse competitivo en industrias de rápida evolución tecnológica. Por consiguiente, vemos que el concepto de adaptabilidad al entorno y gestión constante del cambio aparecen como un requisito necesario para sobrevivir en esta época de disrupción continua, y las compañías que tengan incorporados estos rasgos en su cultura y valores tendrán muchas más opciones de continuar siendo competitivas a lo largo del tiempo.
Rasgos comunes en compañías innovadoras
A pesar de la imposibilidad de demostrar de manera empírica la relación entre determinados atributos de una cultura empresarial y su impacto para impulsar la innovación, sí se pueden enunciar una serie de actitudes y comportamientos que suelen encontrarse con frecuencia en las culturas corporativas de las compañías más innovadoras:
- Se fomenta la asunción de riegos a todos los niveles de la organización. Todos los empleados pueden tomar riesgos en el desarrollo de proyectos, siempre que estén correctamente argumentados, porque el desarrollo de nuevas iniciativas siempre es, por definición, incierto.
- Todos los empleados son responsables y participan en el proceso de innovación de la empresa. En ese sentido, la empresa permite a los empleados dedicar tiempo y esfuerzo de su jornada laboral al desarrollo de nuevas oportunidades, además de aportar los fondos necesarios para desarrollarlas.
- Se estimula la creatividad y una mentalidad abierta en la organización como parte del proceso de búsqueda de oportunidades, tanto dentro de la empresa como fuera de ella, atentos a tendencias y tecnologías que puedan abrir nuevas líneas de ingresos.
- Es posible superar las barreras internas a la innovación con un claro sentido de misión que todos los empleados comparten, una organización que toma decisiones de forma ágil, y con claridad en los roles y responsabilidades de las diferentes unidades y divisiones.
- El top management de la compañía, con el CEO como principal valedor, apoya firmemente el desarrollo de un entorno corporativo que favorezca la innovación y su inserción dentro de los valores de la compañía.
- Se gestiona la compañía como un portfolio de negocios con diferente grado de madurez y de aportación a la cuenta de resultados de la compañía. Las empresas innovadoras son capaces de gestionar negocios en diferentes marcos temporales, conjugando el corto (el modelo de negocio actual que aporta mucha rentabilidad y caja a la compañía) con el largo plazo (negocios adyacentes con recorrido que pueden crecer con relativa rapidez e iniciativas disruptivas en fase de investigación y a la búsqueda de un market fit que pueden representar el futuro de la compañía).